Politica
El grave problema de esto es que nos quedemos con la inercia del sexenio anterior de bajo crecimiento económico y nulo impulso a las reformas estructurales que hacen falta en el país.
La estrategia es clara: decir lo que los sectores empresariales y sociales quieren escuchar. La economía no va a crecer sólo porque haya un nuevo gobierno o porque todos lo deseemos. Se necesitarán fijar las bases que permitan la inversión nacional y extranjera, que impulsen la industria nacional, que den estabilidad al sistema financiero, que haya condiciones sociales para la paz y la seguridad, en fin, una serie de elementos que hagan posible el crecimiento.
Los tiempos de la demagogia los hemos vivido en México y eso no ha generado un mejor nivel de vida para los mexicanos. La última vez que se tuvo un crecimiento económico con desarrollo y bienestar fue en los años 60 y los gobiernos populistas eran los tomadores de decisiones. Ese México ha cambiado y la política ahora no puede supeditar a la economía como en esos años.
Para los siguientes seis años, se va requerir una profunda reforma que impulse el mercado interno, que haga competitivas a las exportaciones y que amplíe nuestro portafolio de socios comerciales y nos disminuya la independencia con Estados Unidos. Se requerirá de una verdadera reforma educativa y la definición de una política industrial.
El lograr esto será muy difícil si seguimos haciendo lo mismo. Si el gobierno se preocupa un poco más de lo verdaderamente importante y no de estar tapando las dudas sobre su triunfo en las elecciones, tendremos una expectativa de país diferente. Es tiempo de que México se convierta en el líder económico indiscutible de América Latina.
eleconomista.com.mx/mercados-estadisticas/2013/01/27/politica-economia-mexico